Cuando eres ejemplo “sin querer queriendo”
Muchas
personas dicen que nadie experimenta en cabeza ajena. Frase que generalmente se
usa cuando alguien realiza cierto acto a pesar de haber sido advertido que
sería contraproducente.
Aunque
las personas tengamos derecho a equivocarnos todo lo que queramos hasta
aprender de nuestros errores, la frase antes mencionada no es del todo cierta. Si
nadie experimenta en cabeza ajena, ¿Para qué estudiamos historia? ¿Para qué
serviría la historia si no es para aprender de nuestros errores? Cometer los
mismos errores una y otra vez es reflejo de no estudiar historia o de que a
pesar de haberlo hecho, pensemos que esta vez los resultados serán diferentes. Como
dijo Albert Einstein: “Locura
es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”.
Dos casos muy
personales los viví en mis años de estudiante. Dos casos que me demostraron que
se puede experimentar en cabeza ajena y no sólo eso, sino que es posible aprender
únicamente observando a los demás. En una ocasión se me acerca un compañero de
prepa y me dice: “Yo era muy diferente antes de conocerlos a ustedes”. No presté
mucha atención y continuó: “De verdad, nunca estudiaba, no hacía tarea, tenía
materias reprobadas”. Este compañero se aplicó en los estudios después de
conocer a nuestro grupo de amigos que la verdad solíamos estudiar mucho.
Un segundo caso
similar fue el de un compañero de Universidad que me comentó más o menos lo
mismo “Yo era muy diferente antes de conocerlos”, para después continuar: “De
verdad hasta me drogaba”. Eso fue un shock para mí. No me imaginaba que alguien
pudiera dejar de drogarse sólo por observación.
Después al analizar el caso, me di cuenta de
lo que él veía. Saliendo de clases nos organizábamos para jugar futbol, para
ver al equipo de americano de la universidad y algún sábado por la mañana nos
fuimos a jugar maquinitas (videojuegos). Recuerdo a este compañero reír y
sorprenderse al saber nuestro gran plan para el sábado: jugar maquinitas. No sabía
la situación que él vivía en esos momentos, pero me acuerdo que nos acompañó y
nos divertimos bastante. Seguramente pensó: si se pueden divertir con algo tan
sencillo como jugar maquinitas: ¿por qué yo no?
En fin creo que se puede aprender en cabeza
ajena y no sólo eso sino que aprendemos por observación tanto cosas buenas como
cosas malas.
Incluso hay estudios realizados por Albert
Bandura para tratar de comprobar que aprendemos por imitación. En uno de sus
experimentos, mostró una película a niños de guardería, en la que se golpeaba
al “Muñeco Bobo” con un martillo, mientras se le insultaba. Posteriormente se
permitió a los niños estar en una sala de juegos en las que había un muñeco
bobo y martillos pequeños, el resultado fue que se observó a estos niños
realizar lo que habían visto en la película.
Por esto, es importante revisar quiénes son nuestros modelos a seguir y
en especial los de las personas jóvenes o niños ya que consciente o
inconscientemente podemos imitarlos. No sólo eso, en cierta manera, al menos en
nuestro trabajo, los adultos tenemos la responsabilidad de ser un modelo para
los más pequeños (al menos los que tienen hijos o los que trabajan con jóvenes),
ya que nuestra conducta puede ser imitada.
Comentarios
Publicar un comentario